martes, 27 de diciembre de 2011

El colgante de 25.000 años hallado en verano en Gipuzkoa pudo ser un afilador

San Sebastián, 26 dic (EFE).- El colgante de piedra de una edad aproximada de 25.000 años, hallado este verano en el yacimiento de Irikaitz de Zestoa (Gipuzkoa), podría haber sido utilizado para afilar herramientas y no como adorno, como se creyó en un primer momento.

Así lo ha anunciado hoy en un comunicado la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), cuyos investigadores, varios de ellos pertenecientes también a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, excavan anualmente el yacimiento prehistórico de Irikaitz en campañas estivales.

El colgante es un canto de río de lucita de nueve centímetros de largo, perforado en uno de sus extremos para permitir llevarlo colgado, y por su edad podría ser el más antiguo encontrado en unas excavaciones al aire libre en la Península Ibérica.

En su momento, el director del yacimiento, Álvaro Arrizabalaga, ya anunció que, al menos una parte de la piedra, fue utilizada como útil para retocar los filos de herramientas hechas de sílex, como flechas o rascadores.

El hallazgo corresponde al Paleolítico Superior, a una época llamada gravetiense, la más reciente de las investigadas en Irikaitz.

Según explicó entonces Arrizabalaga, en toda la península habrá "unas veinte piezas de esta misma época", con la peculiaridad de que siempre han aparecido en cuevas.

Irikaitz, uno de los yacimientos a cielo abierto más antiguos de Europa, está situado en un entorno rural entre el núcleo urbano de Zestoa y el barrio de Lasao, a muy poca distancia de la cueva de Ekain, declarada Patrimonio de la Humanidad por sus excepcionales pinturas rupestres.

Su excavación resulta "realmente extraordinaria", según Arrizabalaga, debido a sus restos del Paleolítico Inferior, durante el que pequeñas bandas de "homo heidelbergensis" -una especie humana más antigua que el hombre de neandertal- acamparon asiduamente sobre esta verde colina que desciende en una pendiente suave hacia el curso medio del río Urola.

Protegido de la intemperie por los montes cercanos, el enclave reúne una serie de condiciones naturales que lo hace muy adecuado para vivir. "Es un cazadero muy bueno porque hay un estrechamiento en un meandro del río y, si se acosa hacia allí a los animales que acuden a beber, no tienen escapatoria", explica Arrizabalaga.

Las cercanas aguas termales, que durante todo el año fluyen a 38 grados y de las que todavía hoy se puede disfrutar en el prestigioso balneario de Zestoa, fueron otro argumento de peso para nuestros antepasados, quienes sin duda también encontraron atractivo el lugar por su clima templado y la abundancia de especies vegetales.

Además, la relativa abundancia de rocas volcánicas, muy escasas en otras zonas, con las que confeccionar sus útiles de piedra hace pensar a los arqueólogos que Irikaitz fue una especie de "taller" al aire libre, donde los antiguos crearon unas herramientas muy primitivas en los primeros asentamientos del Paleolítico Inferior, hace unos 250.000 años.

Estos útiles se hicieron mucho más complejos en el Paleolítico Superior cuando, hace 25.000 años, durante el período gravetiense, se asentaron en el lugar humanos modernos: "homo sapiens", completamente iguales a nosotros que desarrollaron complejas relaciones sociales.

Fuente: Abc.es

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