Figuring out how
to survive on a lean-season diet of hard-to-reach ants, slugs and other
bugs may have spurred the development of bigger brains and higher-level
cognitive functions in the ancestors of humans and other primates,
suggests research from Washington University in St. Louis.
"Challenges
associated with finding food have long been recognized as important in
shaping evolution of the brain and cognition in primates, including
humans," said Amanda D. Melin, PhD, assistant professor of anthropology
in Arts & Sciences and lead author of the study.
"Our work
suggests that digging for insects when food was scarce may have
contributed to hominid cognitive evolution and set the stage for
advanced tool use."
Based on a five-year study of capuchin
monkeys in Costa Rica, the research provides support for an evolutionary
theory that links the development of sensorimotor (SMI) skills, such as
increased manual dexterity, tool use, and innovative problem solving,
to the creative challenges of foraging for insects and other foods that
are buried, embedded or otherwise hard to procure.
Published in the June 2014 Journal of Human Evolution, [...] sciencedaily.com
Actualización 04-07-14: ¿Comer insectos contribuyó al desarrollo cerebral de los primeros humanos?
Cuando la comida escasea, los alimentos vegetales ya no dan más de
sí, y las presas de buen tamaño son muy inferiores en número a las de
tamaño minúsculo, comer insectos puede ser el único modo factible de
nutrirse de carne. Sin embargo, los insectos, por su pequeño tamaño, no
son fáciles de detectar y atrapar.
Hace tiempo que se reconoce a las dificultades asociadas a encontrar
comida como algo importante en el proceso de modelar la evolución del
cerebro y la cognición en primates, incluyendo humanos.
La necesidad de subsistir, durante largas temporadas, de una dieta
rica en hormigas y otros insectos y animales diminutos podría haber
espoleado el desarrollo de cerebros más grandes y funciones cognitivas
de más alto nivel en los ancestros de los humanos actuales y de otros
primates. Esta es la conclusión a la que ha llegado en una investigación
el equipo de la antropóloga Amanda D. Melin de la Universidad
Washington en San Luis de Misuri, Estados Unidos, así como la bióloga
Hilary C. Young y las antropólogas Krisztina N. Mosdossy y Linda M.
Fedigan, las tres últimas de la Universidad de Calgary, en Canadá.
Basándose en un estudio de cinco años sobre monos capuchinos en Costa
Rica, la investigación apoya la teoría evolutiva que enlaza el
desarrollo de las habilidades sensoriomotoras, tales como una destreza
manual notable, el uso de herramientas, y la adopción de soluciones
innovadoras para problemas, a los retos creativos inherentes a localizar
insectos y otras fuentes de comida que se encuentren enterrados,
ocultos bajo otras superficies o que sean difíciles de localizar y
atrapar por cualquier otro motivo.
Este estudio es el primero que proporciona pruebas de campo
detalladas sobre cómo los cambios estacionales en la disponibilidad de
alimentos influyen en los patrones de búsqueda de comida de los monos
capuchinos salvajes.
Las científicas comprobaron que los monos capuchinos comen insectos
difíciles de encontrar todo el año, pero intensifican su consumo
estacionalmente, durante la temporada en que su comida preferida, la
fruta madura, es menos abundante.
Los monos capuchinos son modelos excelentes para examinar la
evolución del tamaño del cerebro y la inteligencia ya que para su
pequeño tamaño corporal, poseen cerebros impresionantemente grandes.
Saber acceder a los insectos ocultos y bien protegidos que viven en las
ramas de los árboles y bajo las cortezas es una tarea cognitivamente
exigente.
miércoles, 2 de julio de 2014
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