El Institut de Biologia Evolutiva coordina el estudio que reconstruye la expansión de nuestra especie por el mundo
Fueron los primeros navegantes. Los primeros exploradores que se aventuraron en un continente desconocido. Y los antepasados de los que descienden todas las poblaciones humanas que se extendieron después por Europa, Asia, Oceanía y América. Nuestros antepasados.
Equipados con alguna embarcación primitiva, cruzaron el estrecho de Bab-el-Mandeb que separa el mar Rojo del océano Índico. Nadie sabe todavía cuántos eran. Ni cuántas embarcaciones naufragaron antes de que alguna llegara a Arabia. Ni qué los llevó a cruzar el mar.
Pero sí se sabe que esta fue la vía por la que los Homo sapiens, nuestra especie, salieron de África en algún momento hace entre 60.000 y 100.000 años. Lo ha demostrado una investigación internacional dirigida desde el Institut de Biologia Evolutiva (UPF-CSIC) y realizada en el marco del proyecto Genographic, impulsado por la sociedad National Geographic y la compañía IBM.
La gran novedad de la investigación, publicada en la revista Molecular Biology and Evolution, es que introduce un nuevo método para reconstruir la historia de la humanidad a partir del análisis genético de las poblaciones actuales. Este nuevo método pone al descubierto capítulos de la historia humana hasta ahora desconocidos.
La investigación confirma que todos los humanos descendemos de poblaciones africanas. Pero demuestra que los Homo sapiens no salieron de África por la península del Sinaí, como habían asumido los prehistoriadores, sino por el paso más difícil de Bab-el-Mandeb.
"El valle del Nilo parecía la vía de expansión más natural para llegar a Asia", explicó ayer Jaume Bertranpetit, director de la investigación. "Pero los datos genéticos indican que la vía más importante fue por el sur del mar Rojo".
La travesía se produjo en una época de glaciación, por lo que el nivel del mar era más bajo que en la actualidad. Pero la anchura del estrecho, que hoy día es de unos 30 kilómetros, "no era muy distinta", señala Bertranpetit.
Tras cruzar el estrecho, los humanos se extendieron de oeste a este por el sur de Arabia. Cruzaron después el golfo Pérsico, probablemente por el estrecho de Ormuz. Llegaron a la India. Y desde allí, mientras unas tribus seguían el viaje hacia el este hasta llegar al extremo Oriente y a Oceanía, otras regresaron hacia el oeste para colonizar Europa y el norte de África.
El crecimiento demográfico parece haber sido el principal motor de aquellas migraciones prehistóricas. Así, mientras algunos grupos humanos podían quedarse a vivir en las nuevas regiones que habían colonizado, otros se veían empujados a ir a explorar nuevos territorios.
La investigación se ha basado en analizar las similitudes y diferencias genéticas entre 31 poblaciones actuales. Si se comparan los genomas entre personas de una misma familia, se puede deducir quién es hermano y quién es primo de quién, y reconstruir así un árbol genealógico de la familia. Del mismo modo, comparando los genomas de distintas poblaciones, se puede deducir el grado de parentesco entre ellas: cuanto más parecidos son los genomas, más estrecho es el parentesco.
Investigaciones anteriores han aplicado esta estrategia al cromosoma. Y, que sólo se transmite por línea paterna, y al ADN mitocondrial, que sólo se transmite por línea materna. La nueva investigación va un paso más allá y la aplica a la recombinación del ADN. El ADN se mezcla como una baraja de cartas en cada nueva generación, explica Jaume Bertranpetit. "Lo que hemos hecho nosotros ha sido analizar cómo están mezcladas las cartas genéticas en distintas poblaciones y deducir en qué orden se mezclaron en el pasado".
La Vanguardia/Josep Corbella
miércoles, 9 de noviembre de 2011
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