El día 13 comenzará la quinta campaña anual de excavaciones en el yacimiento paleolítico de Cova Eirós (Triacastela), en la que está previsto estudiar por primera vez la parte más profunda de la gruta. En esta zona no se espera encontrar rastros de ocupaciones de tipo doméstico, pero sí podría contener otros materiales arqueólogicos de un carácter diferente a los hallados hasta el momento.
Las excavaciones en Cova Eirós se limitaron por ahora al sector de la entrada de la cueva, una cavidad abovedada de una veintena de metros de longitud por cuatro de anchura y dos de altura. En esta zona es donde aparecieron todos los restos arqueológicos encontrados hasta la fecha en el yacimiento, que abarcan desde el Paleolítico Medio -época del hombre de Neandertal- hasta la Edad Media.
Al fondo de esta cavidad se abre un túnel mucho más pequeño, de unos quince metros de largo, por el que solo se puede andar a gatas. Este túnel da acceso a una sala de dimensiones mucho mayores, donde nunca se realizaron prospecciones arqueológicas. La cueva tiene en total una longitud de 104 metros desde la entrada hasta su parte más profunda, según las cartografías realizadas en los años ochenta y noventa por varios grupos espeleológicos gallegos.
En busca de pinturas
Los investigadores creen que en esa sala podrían conservarse artefactos vinculados a rituales de tipo mágico-religioso. Cabe también la posibilidad de que en las paredes -que aún no se han examinado- haya rastros de pinturas rupestres. Mientras reanudan las excavaciones en el sector de la entrada, los arqueólogos realizarán las primeras catas en la sala interior e intentarán averiguar si sus paredes fueron decoradas por los hombres del Paleolítico.
- Una hoguera neandertal de hace 118.000 años
- Profundizar más en el suelo y cubrir a la vez más superficie
Francisco Albo / La Voz de Galicia
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