miércoles, 2 de julio de 2014

Insect diet helped early humans build bigger brains

Figuring out how to survive on a lean-season diet of hard-to-reach ants, slugs and other bugs may have spurred the development of bigger brains and higher-level cognitive functions in the ancestors of humans and other primates, suggests research from Washington University in St. Louis.

"Challenges associated with finding food have long been recognized as important in shaping evolution of the brain and cognition in primates, including humans," said Amanda D. Melin, PhD, assistant professor of anthropology in Arts & Sciences and lead author of the study.

"Our work suggests that digging for insects when food was scarce may have contributed to hominid cognitive evolution and set the stage for advanced tool use."

Based on a five-year study of capuchin monkeys in Costa Rica, the research provides support for an evolutionary theory that links the development of sensorimotor (SMI) skills, such as increased manual dexterity, tool use, and innovative problem solving, to the creative challenges of foraging for insects and other foods that are buried, embedded or otherwise hard to procure.

Published in the June 2014 Journal of Human Evolution, [...] sciencedaily.com


Actualización 04-07-14: ¿Comer insectos contribuyó al desarrollo cerebral de los primeros humanos?
Cuando la comida escasea, los alimentos vegetales ya no dan más de sí, y las presas de buen tamaño son muy inferiores en número a las de tamaño minúsculo, comer insectos puede ser el único modo factible de nutrirse de carne. Sin embargo, los insectos, por su pequeño tamaño, no son fáciles de detectar y atrapar.

Hace tiempo que se reconoce a las dificultades asociadas a encontrar comida como algo importante en el proceso de modelar la evolución del cerebro y la cognición en primates, incluyendo humanos.

La necesidad de subsistir, durante largas temporadas, de una dieta rica en hormigas y otros insectos y animales diminutos podría haber espoleado el desarrollo de cerebros más grandes y funciones cognitivas de más alto nivel en los ancestros de los humanos actuales y de otros primates. Esta es la conclusión a la que ha llegado en una investigación el equipo de la antropóloga Amanda D. Melin de la Universidad Washington en San Luis de Misuri, Estados Unidos, así como la bióloga Hilary C. Young y las antropólogas Krisztina N. Mosdossy y Linda M. Fedigan, las tres últimas de la Universidad de Calgary, en Canadá.

Basándose en un estudio de cinco años sobre monos capuchinos en Costa Rica, la investigación apoya la teoría evolutiva que enlaza el desarrollo de las habilidades sensoriomotoras, tales como una destreza manual notable, el uso de herramientas, y la adopción de soluciones innovadoras para problemas, a los retos creativos inherentes a localizar insectos y otras fuentes de comida que se encuentren enterrados, ocultos bajo otras superficies o que sean difíciles de localizar y atrapar por cualquier otro motivo.

Este estudio es el primero que proporciona pruebas de campo detalladas sobre cómo los cambios estacionales en la disponibilidad de alimentos influyen en los patrones de búsqueda de comida de los monos capuchinos salvajes.

Las científicas comprobaron que los monos capuchinos comen insectos difíciles de encontrar todo el año, pero intensifican su consumo estacionalmente, durante la temporada en que su comida preferida, la fruta madura, es menos abundante.

Los monos capuchinos son modelos excelentes para examinar la evolución del tamaño del cerebro y la inteligencia ya que para su pequeño tamaño corporal, poseen cerebros impresionantemente grandes.  Saber acceder a los insectos ocultos y bien protegidos que viven en las ramas de los árboles y bajo las cortezas es una tarea cognitivamente exigente.

1 comentario:

salaman.es dijo...

Actualización: ¿Comer insectos contribuyó al desarrollo cerebral de los primeros humanos?