1/2. Tools from the Tepecik-Ciftlik settlement in Anatolia. Credit: Tepecik-Ciftlik Archive |
Clusters of hunter-gatherers spent much of the late Stone Age working out the basics of farming on the fertile lands of what is now Turkey before taking this knowledge to Europe. In an analysis of ancient genomes published August 4 in Current Biology, researchers at Stockholm University and Uppsala University in Sweden and Middle East Technical University in Turkey report that at least two waves of early European settlers belonged to the same gene pool as farmers in Central Turkey--genealogy that can be traced back to some of the first people to cultivate crops outside of Mesopotamia.
To help clear up the evolution of farming in the West, the investigators compared genetic information from Europeans living during the Neolithic period (a.k.a. the late Stone Age, 10,000-4,000 years ago; the chronology varies between Europe and the Near East) with that from nine individuals excavated from two ancient settlements in Anatolia (the area between the Black and the Mediterranean Seas). The earliest of the gene sequences were taken from four people of the Boncuklu community, who lived between 10,300 and 9,500 years ago. [...] EurekAlert!
Actualización: La agricultura llegó a Europa desde Turquía al final de la Edad de Piedra
Comunidades de humanos cazadores-recolectores pasaron gran parte de la Edad de Piedra tardía desarrollando los conceptos básicos de la agricultura en las fértiles tierras en la península de Anatolia (actual Turquía) antes de emigrar a Europa.
Así se desprende de un estudio realizado por investigadores de las universidades de Estocolmo y Uppsala (Suecia) y la Universidad Técnica de Oriente Medio, en Ankara (Turquía), que analizaron genomas de humanos antiguos y afirman que al menos dos oleadas de los primeros colonos europeos tenían el mismo grupo genético que los agricultores del centro de Turquía.
Para el estudio, publicado en la revista ‘Current Biology’, los investigadores compararon la información genética de los europeos que vivieron en la fase de la Edad de Piedra conocida como Neolítico, hace entre 10.000 y 4.000 años (la cronología varía entre Europa y el Oriente Próximo), con restos de nueve individuos excavados en dos antiguos asentamientos en Anatolia, península situada entre los mares Mediterráneo y Negro.
La primera de las secuencias de genes fue tomada de cuatro personas de la comunidad Boncuklu, que vivió hace entre 10.300 y 9.500 años y era un grupo de cazadores-recolectores que había practicado con la agricultura a pequeña escala. Las otras cinco muestras (que datan de hace 9.500 a 7.800 años) vinieron de miembros Tepecik-Çiftlik, que tenían prácticas agrícolas más sofisticadas.
"En Boncuklu, encontramos niveles de diversidad más similares a los cazadores-recolectores contemporáneos, lo que podría esperarse porque ellos mismos fueron recolectores un par de siglos atrás en el tiempo", dice Mehmet Somel, biólogo evolutivo de la Universidad Técnica de Oriente Medio y coautor del estudio, quien añade: "De hecho, ellos fueron los proto-agricultores. Las personas Boncuklu no tienen animales domésticos y la recolección fue también importante para el pueblo".
AUMENTO DE POBLACIÓN
Anders Götherström, arqueólogo de la Universidad de Estocolmo, apunta que, “incluso 1.000 años más tarde, en pueblos como Tepecik-Çiftlik y Catlhoyuk todavía encontramos que la recolección y especialmente la caza son importantes para la cultura, por lo que la forma de vida neolítica tomó mucho tiempo para establecerse plenamente, no sólo culturalmente, sino también demográficamente".
"Lo que pasó fue muy probablemente un aumento de tamaño de la población, con el aumento de la fecundidad, y niveles más altos de la movilidad y el flujo de genes, de manera que, con el tiempo, las aldeas neolíticas del Oriente Próximo se hicieron más cosmopolitas y esto finalmente provocó la expansión en Europa", explica.
Una gran cantidad de trabajo arqueológico se ha hecho en estos asentamientos, pero éste es el primer estudio que examina las propiedades genéticas de restos humanos. Este tipo de análisis era imposible hasta hace poco por la degradación del ADN que se extrae de los huesos de los difuntos. Somel ayudó a dirigir la adquisición del material genético y Götherström y su colega Mattias Jakobsson, de la Universidad de Uppsala, secuenciaron los genomas.
El trabajo confirma las especulaciones de cómo la agricultura se extendió al occidente. Revoluciones agrícolas tuvieron lugar en otras partes del mundo y este tipo de análisis podría ayudar en la comprensión de cómo se extendieron.
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